Teoría de la conspiración

-

Las filigranas del señor Ahmadineyad, para perpetuarse en el poder y reforzar su victimismo ante la mirada internacional, le han llevado ahora a acusar precipitadamente a EEUU e Israel de asesinar a uno de los científicos más denotados en Irán. Tan sólo minutos después de que se perpetrara el ataque mediante una bomba adosada a una motocicleta, el Gobierno iraní señalaba con el dedo acusador a los que él denomina como “las potencias arrogantes”: Israel y Estados Unidos; los malos de siempre. Pero lo cierto es que este atentando terrorista será de los que se archiven en el apartado “misterios sin resolver” donde ya figuran las desapariciones de científicos o responsables militares supuestamente implicados en el plan atómico iraní.

La teoría de que la inteligencia norteamericana o la israelí recurre al terrorismo para finiquitar a un iraní incómodo, ya de por sí inverosímil, se desvanecía aún más al conocer la simpatía que despertaba el opositor Musaví en el científico Massoud Ali Mohammadi. Tras las elecciones del pasado junio, el doctor se fundió con “la marea verde” e incluso llegó a denunciar el trato degradante que dispensan las autoridades hacia los estudiantes que alzan su voz contra la tiranía y la represión.

A pesar de su debilitamiento tras los comicios del pasado junio, Ahmadineyad continúa campando a sus anchas sin que ninguna potencia adopte medidas punitivas contra el régimen.

Que su poder impuesto se ceba sobre la voluntad de cambio y apertura de los reformistas es de sobra conocido, pero nadie se inmiscuye en el affaire interno. Lo que sí inquieta fuera de las fronteras persas es su programa de enriquecimiento de uranio. Tras rechazar la propuesta de la OIEA de enviar sus reservas de uranio enriquecido a otros países para terminar de ser procesado allí, el próximo sábado se reunirá la Comunidad Internacional en Nueva York para estudiar si las amenazas de imponer nuevas sanciones por no detener su programa nuclear dejan de serlo y pasan a hechos consumados.

Al convulso Irán hundido económicamente, en medio de una disidencia interna y bajo la presión diplomática y financiera de los países occidentales que desean abortar sus planes atómicos, se añade ahora un atentado terrorista que sin duda el régimen utilizará para fortalecer su posición.