lunes, 1 de febrero de 2010

Sin perdón de Dios

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La cordillera de Chubut, situada en el norte de la Patagonia argentina, alberga un bello y complejo sistema lacustre. Al norte de éste se conserva una ermita del siglo XII donde los lugareños, fervientemente religiosos, acuden hasta allí cuando desean saldar sus deudas con Dios. Mariano Drew conoció este santuario de la mano de su madre, un día después de insultar a un miembro del jurado del concurso infantil de cuentos al que había concurrido.

Desde muy joven destacó por su amor a las letras y esperaba impacientemente las convocatorias de certámenes literarios para difundir sus creaciones. Nunca obtuvo el primer premio, pero le concedieron el accésit en la quinta edición del Ateneo Julio Cortázar de relato corto, que se celebraba cada agosto desde 1999.

Se había visto en un par de ocasiones con Fabián Chávez, también oriundo de la Patagonia Argentina. Chávez pasaba el día encerrado en el Lupus, un pub de ocho metros cuadrados, que mensualmente celebraba un recital de poesía y en el que trabajaba como ayudante. Procedía de una familia marginada, su orfandad y su educación en la calle habían hecho de él un ser atrabiliario.

El 22 de septiembre de 2005, de camino al Lupus, los dos jóvenes se enzarzaron en una febril discusión en el interior de un vehículo. Chávez nunca había confiado en el poder de las palabras como senda al entendimiento. Con una piedra golpeó reiteradamente la cabeza de su compañero hasta terminar con él.

Un año y un mes después, en un tribunal de Esque se juzga al homicida confeso. El abogado de la víctima solicita 25 años de cárcel. La madre de Mariano se funde con Chávez en el abrazo más doloroso de su vida. Durante el juicio oral se acerca a él, le ofrece un rosario y enuncia: “Sólo Dios cura las heridas; yo te perdono”. Al día siguiente el diario La Nación publica una entrevista a la Familia Drew en la que exponen su máximo respeto hacia las Siete Palabras que pronunció Cristo en la cruz; “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Sorprende que en nuestro país sea el sector más católico y conservador el que abogue por la cadena perpetua.

1 comentario:

FERNANDO DEL VAL dijo...

Escrito con mucho gusto. Siempre sorprendes. Gracias.