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Tinta Roja (F.Lombardi, 2000) evidencia la gruesa línea que segrega la figura de la víctima de la del periodista. Invierte los papeles y convierte en víctima al verdugo. Reproduce la mezquindad más inhumana y rastrera del informador para exprimir a las víctimas o familiares y sonsacarles hasta el color de calzoncillos que llevaban el día del crimen.
Dos jóvenes aterrizan en la redacción del diario peruano El Clamor para trabajar como practicantes -becarios-. Ambos aspiran a dar sus primeros pasos en la sección de Cultura y Espectáculos.
Alfonso Fernández (Giovanni Ciccia), de 24 años, con aspiraciones de escritor y enamorado de la prosa de Vargas Llosa, acaba en la sección de policiales -sucesos- a cargo del maestro Faúndez (Gianfranco Brero); un cincuentón avezado en el mundo de los crímenes, grotesco, putero y con el cigarro siempre en la boca. Éste convierte el suceso en culebrón y se devana los sesos por el titular más sensacionalista. Varguitas -nombre con el Faúndez apoda a Alfonso- es todo lo contrario; inexperto, tímido, virgen y prudente.
Tras un verano luchando por conseguir el mejor suceso, la matanza más sangrienta y el suceso más escabroso, el hijo de Faúdes y el padre de Varguitas saltan a los periódicos. Ahora son ellos los que conteplan cómo el fotógrafo da codazos por lograr el mejor plano de un fiambre envuelto en albal, con el que comparten sangre y genes. El primero se abalanza sobre los comunicadores, el segundo deja que la rutina del periodista rojo siga su curso.
Magnífica película, interesante reflexión y fiel reflejo de la cruda realidad emitida anoche en la 2 de TVE.
2 comentarios:
Eso se avisa antes, mujer. A ver si me la puedo descargar de algún lado...
Hazlo. Merece la pena.
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