miércoles, 14 de abril de 2010

El amor delata

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"Toda mujer saber cómo responder a los requerimientos amorosos de un hombre atractivo. Pero la mayoría de las mujeres no pueden precisar con exactitud cómo lo hacen. Muchas ni siquiera se dan cuenta de que la técnica es en gran medida no verbal".

Así introduce Flora Davis sus investigaciones y estudios acerca de cómo actúa realmente la conducta de un ser humano durante una situación de galanteo.

Según se afirma en este libro, en la mayoría de las situaciones entre dos o más personas de distinto sexo existe el galanteo aunque no sea de forma consciente. Pero lo realmente extraordinario es comprobar que el amor a veces puede hacer bella a una persona. La mirada brilla, las líneas del rostro flácidas dejan de serlo y el labio inferior se hace más pronunciado. También la pareja se ocupa más de su arreglo personal: se tiende a jugar con el cabello y a arreglarse la ropa.

Acerca de todo esto Davis también introduce el tema del cuasi-galanteo. Lo define como aquel comportamiento que guarda una gran semejanza con el galanteo pero su significado es totalmente distinto. Entonces a partir de esto; si me encuentro conversando con un amigo, un profesor, o simplemente cuando voy a rellenar un impresos al banco y el interlocutor se acomoda la corbata, ¿cómo podría detectar, si se trata de que a esa persona le resulto especialmente atractiva o por el contrario en ese preciso instante siente que le pica el cuello molestamente?


Un gran número de investigadores está de acuerdo a la hora de afirmar que el rasgo más distintivo es el más sutil. Sin embargo, esto no resulta demasiado fiable, teniendo en cuenta que el comportamiento de galanteo varía en gran medida dependiendo del contexto situacional. El galanteo que se admite como normal en una cena de la clase alta de una ciudad podría ser mal visto en una reunión de amigos de un barrio obrero. Y si a esto le unimos que cada cultura posee unas costumbres intrínsecas, sería más difícil detectar ante qué tipo de conducta nos encontramos.

Un rasgo distintivo entre diferentes culturas sería la distancia que mantienen los interlocutores a la hora de entablar una conversación. Según varios estudios publicados en esta obra los árabes acostumbran a hablar muy próximos a sus interlocutores, mientras que los norteamericanos guardan una distancia bastante más considerable.

A pesar de todo ello hay rasgos que permanecen invariables en todas las culturas. Un experimento relatado en el libro muestra cómo en distintos continentes del mundo todas las chicas reaccionaban de la misma manera -se cubrían parte de la cara y sonreían disimuladamente- ante la fija mirada de un hombre.

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