1. Su verborrea no ha de conocer límite. Debe opinar de todo y cuando digo todo es todo; desde el uso del hiyab, pasando por el Estatut de Cataluña, la subida del IVA, la permanencia de las tropas en Afganistán o la erupción del volcán Eyjafjallajokull. No es indispensable poseer conocimiento alguno sobre cada una de estas materias, sólo el arrojo y la osadía son suficientes.
2. Diserte con convicción. Sólo usted tiene razón, el resto es una panda de majaderos ignorantes. Si no respetan su intervención, impóngase. Eleve el tono de voz hasta que las cuerdas vocales resistan y sus comentarios se superpongan a los del resto.
3. Hágase valer. Demuestre quién es; cuáles son sus áreas de influencia, sus contactos y su poder.
4. Si su interlocutor está bordando la defensa de su postura, déjele en evidencia. Convenza a través del proceso psicológico de la transferencia. Califique al contrincante de extremista, facha, progre, retrógrado o populista. Por alusiones le otorgarán a él el turno para defenderse. El debate se encenderá, la trapatiesta está asegurada y logrará que se pierda el hilo de lo que se estaba hablando.
5. Defienda su opinión incluyéndola en alguna premisa o proposición anterior. Si quiere defender que en Tierra Hostil, es, sin duda, la mejor película del año porque ha ganado siete Oscar, asevere; “Oiga que en Tierra Hostil ha ganado siete estatuillas, así que no me diga que prefiere Avatar”.
6. Sitúese en el bando de los que defienden una postura que no se puede probar que es falsa. “Claro que Dios existe, ¿acaso posee usted alguna prueba que lo contradiga?”.
7. Asegúrese el apoyo del público, el aplauso fácil. Despierte las pasiones y el entusiasmo de la multitud. “Los ciudadanos son los que deben decidir”, “Justicia, encierren al asesino” o “Luchemos por un salario mínimo”.
8. Generalice, apóyese en el “millones de personas”, “mucha gente”, el 70% de… El mal de muchos no es consuelo de tontos. Suelte un: “la gran mayoría de los españoles están conmigo en que hay que endurecer las penas para los que reincidan en la delincuencia”.
9. Compile una serie de fuentes fijas, apele a la autoridad, a los que han sentado cátedra… Es infalible. No hay inconveniente en que esa figura nunca abordara la cuestión que usted plantea, sólo debe procurar que guarde una mínima vinculación. Si defiende una teoría científica recurra a Newton o a Einstein. Si plantea soluciones económicas a la crisis, puedes citar a Keynes o a Jeffrey Sachs.
10. Ataque al adversario. Búsquele las cosquillas. Formule preguntas con la respuesta ya definida que a usted le convenga. “¿Se ha repuesto ya de sus malos hábitos?, señor Fulanito”.
9. Compile una serie de fuentes fijas, apele a la autoridad, a los que han sentado cátedra… Es infalible. No hay inconveniente en que esa figura nunca abordara la cuestión que usted plantea, sólo debe procurar que guarde una mínima vinculación. Si defiende una teoría científica recurra a Newton o a Einstein. Si plantea soluciones económicas a la crisis, puedes citar a Keynes o a Jeffrey Sachs.
10. Ataque al adversario. Búsquele las cosquillas. Formule preguntas con la respuesta ya definida que a usted le convenga. “¿Se ha repuesto ya de sus malos hábitos?, señor Fulanito”.
1 comentario:
Ana,
me ha reído mucho leyendo este artículo. Mordaz, pero cierto. Y muy divertido. Me ha hecho reflexionar sobre el peligro que corremos los periodistas de dárnoslas de "todólogos". Un abrazo,
María Candela
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